miércoles, febrero 08, 2006

La misma historia


Un día tras otro, salgo de casa a la misma hora. Cruzo miradas y algunos saludos con la misma gente, a lo sumo algún corto comentario. Subo en el coche y recorro el mismo camino que todas las mañanas. Cada día las mismas calles, los mismos semáforos, los mismo atascos... sin variación.

Hora de volver a casa. Nuevamente, el mismo camino. El mismo atasco diario me acompaña en las últimas horas de la tarde; siempre me detengo en el mismo punto y empiezo un avance lento e irregular hasta entrar en la ciudad.

Una mirada triste y vacía es la única respuesta que recibo desde los otros coches. La misma rutina nos ahoga a todos, convertidos en elementos sustituibles de un fluir constante e impersonal en el que nos sume la sociedad. Destinamos nuestra vida a ser socialmente aceptados, confiando en alcanzar algún día esa sensación de autosatisfacción a menudo confundida con la felicidad.

Hasta que la última esperanza se desvanece y sólo queda el mismo guión día tras día...

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